jueves, 26 de noviembre de 2009

Extrañar es recordar algo que hiciste muchas veces antes y que ahora no podés hacer, extrañar es recordar una situación en la que estuviste y en la que ahora ya no podés estar, poner los pies en un lugar donde estuvieron los de él o respirar el aire de un lugar donde él respiraba.
Sentir frío y pensar que antes no lo sentías, sentir dolor y recordar cómo te lo sanaba, sentir cansancio del trabajo, de los deberes, de la vida; y saber que si el estuviera con vos buscaría la forma de darte ánimos para seguir con todo. Extrañar es sentir que la vida se te está yendo a cada segundo y no hay nadie que logre que esos segundos valgan la pena.
Tener ganas de regresar al pasado, de abrazarlo y decirle las cosas que le decías antes, tener insomnio por pensar en el o por escribir tonterías en su nombre, tener miedo a la soledad, a los años, a la inexistencia, tener miedo, miedo a todo.
Fracasar una y otra vez en tus intentos de olvidarlo, tratarlo como amigo y darte cuenta de que el sólo quiere ser eso; escucharlo mencionar sus recuerdos mientras se te despedaza la garganta con el nudo que se forma, mirarlo y pensar que antes tenías permiso de hacer lo que sea con el, y ahora ni siquiera deberías de estarlo mirando.
Ahogarte en las ganas de pedirle que regrese, rogarle al cielo que le muestre el camino hacia vos, preferir la muerte a pasarte la vida sin lo que tuviste antes y por idiota dejaste que se vaya.

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